Mújeres filósofas II: Alta Edad Media

Aquí llega la segunda entrega de mi serie de artículos dedicados a las mujeres filósofas. Podéis leer el primer post aquí. Como ya hemos hablado de filósofas de la Antigua Grecia, ahora toca hablar del período de la Alta Edad Media.

La Edad Media es una época difícil, pero a pesar de las pocas fuentes que nos permiten conocerlas, sí hubo mujeres que se dedicaron a la educación y los saberes. La mayoría de mujeres nobles sí cultivaron saberes y dominaban la escritura. Pero las más afortunadas dentro del contexto de la educación fueron las monjas, que podían llegar a conocer el latín y el griego y por tanto tener acceso a importantes obras clásicas.

La primera figura de la que hablaremos es la de Roswitha de Gardersheim, una monja benedictina sajona que vivió en el siglo X. Fue famosa por su producción literaria tanto cristiana como profana. Escribió en latín y se la considera la primera persona desde la Antigüedad tardía en componer obreas de teatro en esa lengua.
Recibió una educación literaria muy rica en la abadía de Gardersheim, sobre todo en literatura clásica: leyó obras de Terencio, de Ovidio y de Virgilio. Entre los autores cristianos, de quien más influencia recibió fue de Boecio.
Su producción literaria gira en torno a la fuerza de voluntad, perseverancia y tenacidad de las mujeres cristianas. Defendía la pureza y la castidad de las mujeres.
Es en el contexto de su producción literaria donde expone su concepción filosófica: ideas y conceptos neoplatónicos unidos a un componente místico. Para ella, el cosmos es una unidad dialéctica de opuestos, irrepresentable para el hombre pero real en Dios, que es el Bien supremo y quien garantiza la armonía del mundo, tanto en el microcosmos humanos como en el "mundo Mayor".

El siglo XII es un siglo de desarrollo, comienza la escolástica y la educación empieza a ser más amplia y compleja. Es el siglo de las escuelas, tanto monacales como catedralicias. Predomina la filosofía neoplatónica pero empiezan a introducirse elementos aristotélicos. Se da importancia a autores paganos, como Virgilio, Ovidio, Cicerón, … Comienza a crecer la confianza en la razón. En este contexto de despertar cultural y espiritual se presentan dos figuras femeninas importantísimas: Eloísa del Paráclito e Hildegarda de Bingen.

Eloísa del Paráclito nació en 1102 y era sobrina de un canónico de la catedral de Nôtre-Dame de París, Fulberto. Su tío se ocupó de su educación y le proporcionó una gran amplitud de conocimientos, enseñándola latín, griego y hebreo. A los dieciséis años, se convirtió en discípula de Pedro Abelardo, uno de los filósofos más reputados de aquella y gran maestro de teología de la Universidad de París. A pesar de la diferencia de edad, se enamoraron, y se acabarían casando en secreto porque Eloísa quería que Abelardo pudiera seguir enseñando en París. Sin embargo, diversos motivos obligaron a ambos a hacer votos perpetuos, de forma que desde ese momento vivieron separados y en castidad, sin llegar a olvidarse el uno del otro. Abelardo fundó el convento del Paráclito del que ella fue abadesa, y concibió un  programa pedagógico para las novicias y las monjas basado en su confianza en la sabiduría de la mujer. 

Por su parte, Eloísa escribió cuarenta y dos Problemata donde plantea cuestiones éticas e interpretaciones bíblicas cuya finalidad es la búsqueda continua de la profundización del significado de (su) vida monástica, el significado del texto de las Escrituras en aquellos pasos donde es más oscuro y el valor de las acciones devotas prescritas por la religión. El contenido de las cartas de Eloísa muestra una gran cantidad de referencias filosóficas y doctrinales pero siempre basadas en la comprensión de su vivencia personal. Por ejemplo, en su Epístola VI, Eloísa describe su desdoblamiento entre amante y monja, diciendo que pertenece a Dios en cuanto “especie”, monja; y a Abelardo en cuanto “individuo”, mujer. Se veía atrapada entre dos entregas. Aquí podemos ver una cierta influencia de Aristóteles.

De Pedro Abelardo recibe influencia de su doctrina ética, según la cual lo que determina el valor moral de un acto es su intención y no el acto mismo. Para Eloísa, es irracional castigar los actos sin haber analizado los motivos e intenciones de los culpables. El significado moral de la acción no está en el comportamiento visible sino en la intención que mueve a quienes actúan: solo la intención revela el valor esencial de la acción. «Nada puede contaminar el alma, excepto lo que proviene del alma ». Esta idea la podemos ver en las reflexiones que escribe en las cartas para Abelardo, como por ejemplo en su afirmación «Yo, que tengo mucho pecado, soy completamente inocente». El pecado sexual, impuro, se disuelve frente a la verdad del amor, puro.

Hildegard von Bingen fue una abadesa alemana, filósofa, naturalista, compositora, poetisa y lingüista. Según ella, tenía un don profético y experimentaba visiones desde su infancia: «Por voluntad divina, mi espíritu, durante la visión, asciende hasta las estrellas en una atmósfera diferente, se dilata y extiende sobre la tierra, en lo alto, sobre diferentes regiones, en lugares alejados de donde queda mi cuerpo». En este momento estaba prohibida la interpretación de las Escrituras por parte de las mujeres, pero sin embargo Hildegard escribía a soberanos y pontífices que le pedían interpretaciones de los pasajes bíblicos y consejos. Era una jefaza, vaya.

Hildegard tiene varias obras de filosofía y teología, entre las que destacaré tres inspiradas en sus visiones: Scivias Domini, que trata sobre la creación del mundo y del ser humano; Liber vitae meritorum, que trata sobre el comportamiento del ser humano que, en tanto que libre, debe decidir continuamente a quien sirve y qué hace; y Liber divinorum operum, en el que describe la Creación como una obra de arte, y el ser humano como un microcosmos que la integra en su seno.

También escribió obras de muchos otros campos, como de botánica, poesía o medicina. En sus obras de medicina habla sobre las propiedades curativas de las plantas y los animales, y reflexiona sobre el origen de las enfermedades y su tratamiento. También compuso música gregoriana, es autora de uno de los repertorios de música medieval más extensos. Para Hildegard, la música es una reminiscencia de la sabiduría divina y uno de los pocos nexos que unen todavía a la humanidad con la realidad espiritual, alivia la angustia de verse lejos de la armonía celeste. También se inventó una lengua propia, lingua ignota, que utilizó para escribir sus visiones. Es probablemente la primera lengua artificial de la historia occidental.

el alfabeto de su lengua
Para Hildegard, el símbolo del fuego se identifica con Dios y con el acto de la creación. Dios es un fuego presente en cada criatura. El alma es fuego, vivifica todo el cuerpo y le da el aliento de la racionalidad. «El alma es sinfónica; y lo mismo que la palabra designa al cuerpo, así la sinfonía designa al espíritu, porque la armonía celeste proclama la divinidad, y la palabra publica la humanidad del Hijo de Dios» (Scivias)

En las visiones de Hildegard, tanto el Amor como la Sabiduría divina, el Lógos que todo lo abraza, son representados por una figura femenina. Hildegard exalta la figura de la Virgen, la mujer virgen es la figura humana más próxima a Dios. Dios es quien ha elegido el cuerpo santo de la Virgen María para unirse a la Humanidad. Plantea una imagen de la mujer como ser fuerte, íntegro y potente.


(esta es la representación del Universo que sale en su obra Scivias, ¿os recuerda a algo?) 

Desafortunadamente, no tengo el espacio y el tiempo que todas, pero especialmente Hildegard, se merecen. Si os interesa el tema, os recomiendo encarecidamente que busquéis más información sobre estas mujeres. Espero que os haya gustado el artículo, ¡saludos!



Comentarios

  1. ¡Hola! Sólo conocía a Eloísa del Paráclito y la razón es desalentadora: me hablaron de ella por su historia con Pedro Abelardo, no por las cosas que pensaba. Lo demás lo repuse sola y gracias a esta entrada :) Me impresiona el desdoblamiento planteado por Eloísa porque en esa época que la mujer religiosa se piense como "individuo" era un escándalo.
    A las otras dos filósofas no las conocía (tal vez vi sus nombres y me olvidé, tengo mala memoria). Una pregunta: ¿se encuentran algunos escritos de ellas, además de las cartas de Eloísa y Abelardo? Besos.

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    1. ¡Hola! Ya, es una lástima que sólo se la conozca por su historia de amor. Con todas las mujeres parece que hacen lo mismo, sólo se sabe de ellas si estuvieron enamoradas de un hombre conocido. Por eso quise incluirla sí o sí aquí, porque tiene mucho pensamiento importante que queda ensombrecido detrás de la figura de Pedro Abelardo.
      Y sí, me alegra poder responderte que se han mantenido escritos de las tres, aunque sobre todo de Hildegard. De hecho, de ella puedes encontrar incluso algunas de sus obras musicales en youtube jajajaja.
      Gracias por pasarte, ¡besos!

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