Reseña: Almas muertas, de Nikolái Gógol.

«La publicación en 1842 de la presente novela, que alcanzó notable repercusión y levantó algún revuelo, le valió gran fama y consolidó su reputación de gran narrador. Su protagonista, Chíchikov, pergeña el plan de comprar “almas muertas” –esto es, la propiedad de siervos fallecidos– para así poder pedir un crédito al Estado, con esta propiedad como aval, antes del siguiente censo. El relato de sus andanzas por la Rusia rural, así como de su resultado, es una de las cimas de la literatura de este país, en la que se puede apreciar el talento de Gógol no sólo para la sátira, sino también para la descripción de inolvidables caracteres.»

Nikolái Gógol nació en la actual Ucrania —de aquella, el Imperio Ruso— en 1809. En 1836 publicó una sátira (“El inspector”) sobre la corrupción de la burocracia que le obligó a abandonar el país. En Roma fue donde escribió buena parte de “Almas muertas”, considerada como una obra maestra de la literatura rusa y también la primera novela moderna en ruso. Más tarde, en 1848, una profunda crisis espiritual le llevó a peregrinar a Jerusalén. Gógol marcó el inicio de la tradición realista en la literatura rusa.

“Almas muertas” estaba pensada para tener tres partes, sin embargo, sólo está publicada la primera, pues Gógol quemó la segunda parte cuando estaba al borde de la locura.

Gógol es, utilizando sus propias palabras, “un escritor que se atreve a hacer patente […] la horrible e impresionante ciénaga de pequeñeces que envuelven nuestra vida, el abismo de los caracteres fríos, quebrantados, vulgares, que pululan en nuestro camino terreno”. Gógol muestra los defectos de la sociedad rusa: el clasismo y la hipocresía en las relaciones, la vulgaridad y el patriotismo vacío de aquellos que, en lugar de querer arreglar los males de Rusia, los esconden ante los ojos de los extranjeros debajo de la alfombra.

Y todo ello lo hace a través de la historia de Pável Ivánovich Chíchikov, un hombre misterioso del que nos va revelando, poco a poco, los más oscuros rincones de su alma y pensamientos. La novela comienza cuando Chíchikov llega a la ciudad de N., y allí empieza a ganarse la simpatía y aprecio de los funcionarios para poder llevar a cabo el sombrío negocio que tiene en mente: comprar campesinos ya fallecidos (“almas muertas”).

La narración de Nikolái Gógol es excelente. Es ágil, llena de ironía, con momentos muy cómicos y no se hace pesada en ningún momento a pesar de las detalladas y numerosas descripciones que hay. Además, me ha parecido muy agradable cómo implica al lector en la obra hablándole directamente en segunda persona.

La intriga sobre el porqué y para qué quiere Chíchikov las almas muertas se mantiene hasta el final, y aunque la inquietante trama es un elemento importante y de gran atractivo, no es realmente lo central de la novela. Es la crítica a la sociedad rusa y el retrato habilidoso de una galería de personajes que nos podemos encontrar en la vida diaria lo que hace de esta novela un imprescindible.

“Almas muertas” te enseña —además de cómo era la sociedad rusa de la época— que las apariencias engañan y que es importante no cerrar los ojos ante lo sucio y vulgar para poder ponerle solución. Sin duda, recomiendo la lectura de esta importante novela rusa que, aún inacabada, tiene un gran valor.

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